A MI ESPOSA
A ti mujer, excelsa criatura
que llegara a crear el Creador,
fuente de vida, manantial de amor,
explosión de ilusión y de ternura.
A ti que luces en la noche
oscura,
que emulas en su trino al ruiseñor,
que alivias los momentos de dolor
y ahuyentas con tus besos la amargura.
A ti que amante esperas cariñosa,
eterna compañera de mi vida,
y lloras en la noche, silenciosa.
A ti, tersa cual pétalos de rosa,
al contemplar tu sien encanecida,
gracias te doy, mujer, por ser mi esposa
(De mi libro, “El
silencio de los besos”).
Uno puede escribir versos mil, pero pocos serán los que te conmuevan: la belleza es esquiva e íntima. Si los versos te surgen como churros, no imprimas todos. Muchos están mejor en la papelera.
ResponderEliminarAmigo Francisco, este soneto merece todos los honores. Conozco a tu esposa y la sé merecedora de él. Un abrazo. Moisés