EL VESTIDITO
Al
abrir las páginas de los periódicos hay noticias que causan indignación, otras
son tan grotescas que a pesar de la indignación que producen, causan hilaridad
porque son un auténtico chiste de este país de chiste en que han convertido los
aprendices de políticos lo que en otro tiempo fuera España.
Y
hoy lo que me ha producido auténtica risa, dentro de la indignación que causa,
ha sido la foto publicada de la entrevista concedida por el presidente de EE.
UU. Al seudopresidente del gobierno de España, en el que aparece su esposa
vestida como un cromo.
No
entiendo mucho de moda femenina, pero hay que ver el mal gusto que ha tenido el
modista con ese modelito que parece sacado de la anacrónicas Páginas de moda
del siglo XVII; el modelito no tiene desperdicio, le han vestido como ese
pendón del país amigo, que aparece a su lado como si fuera una farsa; como el
que viste al palo de la escoba; al mirarla me ha traído a las mientes la
vestimenta de la Gigantona de mi pueblo con sus fajos, refajos y entrefajos en
las comparsas de gigantes y cabezudos.
Dicen los refranes que no está hecha la miel
para la boca del asno; que quién viste de percal, la seda le sienta mal; que la
mona aunque le vistan de seda, mona es y mona se queda; que quién no está
acostumbrado a bragas, las costuras le hacen llagas, podría citar los cientos
de refranes del refranero castellano alusivos a las modas y las vestimentas.
Pues el presi de ocasión, socialista de
boquilla, se ha llevado a su señora para hacer la foto para el álbum familiar,
con un capitalista, uno de los hombres más ricos de EE.UU y más poderoso de la
Tierra, queriendo epatar con su elegancia pueblerina a la sencillez de quién es
elegante de siempre.
Pero lo indignante, lo que causa bochorno y
vergüenza ajena, es que el modelito en cuestión ha costado 2.300 euros que
pagamos los españolitos de a pie con nuestros impuestos; es bochornoso que haya
sido pagado con el sudor del obrero; con la ilusión de un pensionista; con la
esperanza de un pobre; con la curación de un enfermo; y que encima le siente
como como a un santo dos pistolas.
Ahí
esta lo indignante aparte de lo jocoso, como salido de un Pozo el vestidito.
Han
vestido a la señora, con un vestido de seda; hay que ver que mal le queda el
vestido a la señora. Es un decir.
Veamos cómo la visten en el próximo viaje a
Cuba, también con cargo al presupuesto.