UNA VISITA
AL CEMENTERIO
Tú
creías que te tenía olvidada; ¡cómo podría hacerlo, niña mía!. Es el 27 de
octubre. Una vez más he acudido al cementerio para llorar bajo tu nicho. Está
lloviendo, ello ayuda a disimular mis lágrimas. Hace frío. Me ha llevado
Dianita, “mi chica preferida”. Primero hemos pasado a visitar el nicho donde
está mamá, que cómo sabes, también nos ha dejado.
Luego hemos pasado a llorar bajo el nicho
en el que tú estás. “Yo tengo entre dos amores el corazón repartido; a las dos
os tengo juntas, cómo si no os hubierais ido”.
Te
llevaba un precioso ramo de flores para alegrar tu sonrisa; no te las he podido
dejar, al no tener una escalera para subir a tu nicho; me las he traído a casa
y las he puesto en un jarrón junto a tu fotografía del día de tu boda, ¡qué
guapísima estabas! Con tu sempiterna sonrisa de felicidad que contagiabas a los
demás.
Hoy
han venido a mi mente aquellos versos que te dediqué poco después de que te
fueras volando hacia las estrellas.
HOY HA MUERTO UN
RUISEÑOR
Hoy los pájaros no
cantan
hoy no trina el
ruiseñor,
el cielo está
encapotado,
hoy no hay ni luna
ni sol.
La tarde está
sosegada,
está calmada la
mar,
yo miro sin mirar
nada
porque no quiero
mirar.
Se me nubla la
mirada
que sólo mira
hacia atrás
recordando cuando
estaba
con mi niña junto
al mar.
Hoy los pájaros no
cantan,
sienten trémulo
dolor
y están todos
calladitos
porque ha muerto
un ruiseñor