UNA DIMISIÓN
FORZADA
Hay una serie de
conceptos que son denigrantes para las personas en cualquier momento, en
cualquier lugar en cualquier época de la historia de sus vidas.
Los padres que a
lo largo de su vida no han tenido un comportamiento ejemplar, por haber sido
delincuentes, por haber robado, por haber matado, por haber tenido mal un
comportamiento, siempre serán un estigma para sus hijos que les obligará avergonzarse de sus progenitores a lo largo
de toda su vida, por mucho que su amor filial les obligue a quererlos. Y esa
circunstancia se da en los momentos actuales de la vida española con muchos
personajes de la escala social, desde los más altos a los más bajos, desde la
realeza hasta los plebeyos.
Hoy se ha visto
forzada a dimitir una ministra del equipo de gobierno del Sr. Rajoy; hace unos
meses lo hizo otro ministro aunque por diferentes motivos.
La dimisión
forzada Ana Mato como ministra de Sanidad estaba cantada desde hace tiempo. Lo
primero porque nunca estuvo a la altura de ser nombrada ministra, porque según
dice el refrán, hasta para ser ministro hay que ser inteligente, y nunca es
suficiente llevar años deambulando por los pasillos del partido para ser encumbrado
a tan alto cargo.
Con independencia
de su incompetencia en materia sanitaria durante los años de su mandato en los
que nada ha hecho por mejorar la Sanidad Pública en España, pues no ha hecho
otra cosa que dejar pasar el tiempo sin pena ni gloria, se ha visto, aunque de
forma indirecta, involucrada en la muy corrupta trama del caso Gürtell, en el
que su ex marido estaba metido hasta los tuétanos, y de cuyos beneficios ella
era partícipe, pues se beneficiaba de las comisiones y regalos que él recibía.
Un caso parecido
al de la popular tonadillera que acaba de entrar en la cárcel, que según dicen
ella no robaba, que el que lo hacía era su amante, pero ella se lo llevaba.
El presidente de
su partido, se está mirando el ombligo y se corre de gusto cuando acude a las
reuniones mundiales y europeas de Jefes de Estado, aunque sea en Australia,
cuando la Merkel y otros del corro europeo le dan la mano y una palmadita en la
espalda diciéndole que lo está haciendo muy bien, pero tiene desatendidas las
labores de la casa, no se preocupa por el bienestar del pueblo y cierra los
ojos ante las corrupciones de gentes de su partido y no es la primera vez.
Siempre lo he
dicho; cuando se tiene la menor sospecha, hay que tirar la fruta podrida, sin
esperar a decisiones judiciales ni presunciones de inocencia.
Cuando empieza a
salir el humo es cuando hay que echar los baldes de agua, mucho antes de
esperar a que las llamas devoren todo.
Personalmente soy
la última sardina de la banasta del P.P. pues mi número de afiliación es el
9.969 de los más de 800.000 mil afiliados que hoy tiene el partido; en estos
últimos tiempos en los que veo la cantidad de inútiles que ostentan cargos en
mi partido, a muchos de los cuales conozco, he estado tentado de darme de baja,
pero nada iba a solucionar con ello; he podido comprobar que unos se han ido, a
otros los han echado, las ratas siempre son las primeras en abandonar el barco,
otros seguimos con el capitán a bordo hasta que la nave se hunda, o que venga
alguien que sea capaz de reflotarla, mientras tanto yo ahí estaré como tantos
otros por si con nuestra honestidad podemos ayudar en algo.
Una vez más le
digo al Sr. Rajoy, hay mucho que limpiar en el partido al que ha llegado mucho
advenedizo capaz de hundirlo con lo que cobran y con lo que hacen.