UNOS DÍAS EN
SEGOVIA
Llevaba unos meses
queriendo venir a pasar unos días en ésta mi querida ciudad; desde el mes de
abril en la Semana Santa no había vuelto a venir, a pesar de que la distancia
entre la villa de Madrid en la que habito y la Ciudad de Segovia donde me crié,
es tan sólo de unos 60 minutos por carretera.
Lo cierto es que
en Madrid mi jornada está repleta de actividad, de pequeñas cosas que llenan mi
día, cosas nada importantes pero que hacen que mi mente se mantenga en acción
pensando en lo que tengo que hacer día a día. La barriada en la que habito me
es tan habitual, tan conocida como en otros tiempos me fuera la famosa calle
Real.
Mi barriada
madrileña es la de la Puerta del Ángel, que comprende desde el Puente de
Segovia (prolongación de la calle Segovia) hasta el Alto de Extremadura, con
una población de más o menos la mitad de la que Segovia tiene, pero con una
actividad comercial permanente tanto a lo largo del Paseo de Extremadura como
de sus múltiples calles del entorno.
En la plaza de la
Puerta del Ángel existe un monumento dedicado a Beatriz Galindo, La Latina,
preceptora que fue de la Reina Isabel I de Castilla, descubridora del Nuevo
Mundo, y del que son autores un arquitecto segoviano don Joaquín Roldán Pascual
y otro segoviano de adopción el escultor don José Luis Parés, cuya esposa es natural
de Valseca localidad segoviana en la que el matrimonio tiene su segundo hogar.
Por tanto se podría decir que vivo en Madrid en un barrio al que podemos
considerar una prolongación de Segovia.
También podría
decir, sin ánimo de petulancia, que en mi barrio madrileño en el que llevo
viviendo desde hace cincuenta años, soy casi tan conocido como en otro tiempo
lo fuera en la ciudad segoviana.
Y en esta mi nueva
visita a Segovia a la que llegué el lunes 27 de octubre, me he encontrado con
una calle Real vacía de gente, casi desierta. Eso sí, puedo decir que me ha
sorprendido la gran profusión de comercios de modas, en grandes espacios, muy
bien iluminados, con instalaciones muy modernas, escaparates con exhibición
bien dispuesta de prendas y artículos, que podrían hacer competencia a las
famosas tiendas y comercios de la madrileña Milla de Oro, y que han venido a
sustituir a las antiguas tiendas y comercios, dando a la famosa calle un
aspecto más cosmopolita y moderno.
Podríamos decir también
que se me antoja un derroche de exposición para la escasez de transeúntes
durante los días laborables de la semana, eso sí, llegado el fin de semana, el
aspecto de la calle Real cambia de signo por la afluencia de público pero que
en nada se puede comparar con aquella calle Real de hace más de cincuenta años
por la que no se podía transitar más que a codazos y empellones por la gran
afluencia de segovianos que por ella transitábamos, intercambiando saludos unos
con otros.
Y hay algo más que
me ha sorprendido: el día 31 de octubre víspera de la festividad de todos los
Santos, transitaban por la calle Real montones de niños y jovenzuelos con
disfraces y atuendos estrafalarios que iban entrando en los comercios a pedir
el “aguinaldo”. En mis más de treinta años de residir en Segovia jamás existió
tal costumbre en esta fecha; en aquel entonces el “aguinaldo” se pedía por
Navidad y se solicitaba tanto en comercios como en casas particulares ante las
cuales se cantaba un villancico con acompañamiento de panderetas y zambombas.
El pedir hoy un
aguinaldo sin más que porque sí, ataviados con ropajes estrafalarios por ser el
día de todos los Santos no pasa de ser un snobismo que no tiene significado
alguno, pero rindiéndonos a la evidencia es una muestra de modernismo
importado.
¡Cuánto han
cambiado algunas costumbres entre las gentes de Segovia, de mi Segovia, de
aquella Segovia en la que pasé más de 30 años de mi vida, aquella Segovia en la
que han nacido tres de mis hijos, aquella Segovia a la que llevo grabada en mi pensamiento
y en mi corazón aunque no venga con mucha frecuencia a pasar unos días en ella.
me parece interesante la observación de la escasa afluencia de gente en la calle real de Segovia y es que antes salíamos a pasear por las calles y ahora no. ahora salimos a consumir y como no da el bolsillo para gastar entonces nos quedamos en casa.
ResponderEliminarademás hace frío.