LA LEY DE LA VENGANZA
HISTÉRICA
Estamos atravesando por unos momentos de la
vida social y política de este país en otro tiempo llamado España, en los que,
los más tontos de cada casa han pasado a dedicarse a la política, ocupando
puestos o cargos en el Senado, el Congreso, diputaciones, alcaldías,
concejalías, por el mero hecho de haber engrosado las filas de un partido
político sea del signo que sea, sin haber tenido nunca jamás unos estudios, una
preparación, ni siquiera una vida laboral aunque haya sido de correveidile en
los pasillos de cualquier empresa, y que por la gracia de birlibirloque por
haber sido incluidos en unas listas electorales les ha tocado un cargo, como al
que le toca un jamón en una tómbola o un osito de peluche.
Pues muchos de estos tipos de medio pelo empiezan a proponer y promulgar leyes gilipollescas,
para que otros con menos seso aún que ellos se vean empujados a cumplirlas,
como está ocurriendo en determinadas localidades de España en las que se quiere
borrar la Historia quitando los nombres de ciertas personas del callejero; pues
bien, o por mejor decir pues mal, a este truequemandeque, le dio a su inventor,
en un ataque de inteligencia febril por llamarle la “Ley de la memoria
histórica”, cuyo rimbombante nombre, este humilde aprendiz de escritor ha
trucado por el de “Ley de la venganza histérica”, porque no es otra cosa; y la
historia ahí está y ni la mente más calenturienta la puede cambiar, porque lo
que pasó, pasó, por mucho que les cambien de nombre a las calles de las
ciudades.
En Madrid, para ser más concretos, se ha
creado una comisión de cinco o seis personas, sin la suficiente cultura
histórica ni ninguna otra, para decidir que la otrora Avenida del Generalísimo
pase a llamarse Paseo de la Castellana pero, alma de cántaro, si eso ya se hizo
hace un montón de años, como se le devolvió a la Avenida de José Antonio su
primitivo nombre de la Gran Vía; ¿qué sería Madrid sin un Paseo de la
Castellana o una Gran Vía o una calle de Alcalá que se recorría la florista con
los nardos “apoyaos” en la cadera?. Cómpreme nardos caballero. . .
Pues ahora, esos gárrulos de la Comisión, van
a quitar el nombre a personajes históricos para ponerles nombres de
sindicalistas, como Marcelino Camacho, que nunca pudo hacer que el obrero
siguiera siendo obrero. ¿Por qué no poner a Nicolás Redondo, Antonio Gutiérrez,
Fernández Tojo, Cándido Méndez o el Yeti, todos ellos preclaros hombres de la
cultura universal, cuyos libros abarrotan las estanterías de las bibliotecas,
sin que ninguno de ellos hiciera nada para que el obrero dejara de ser obrero.
No quisiera extenderme más en estos
prolegómenos sobre el cambio de nombres de las calles, ya que lo único que
pretendo es que me haya dado pie para escribir uno más de mis SONETOS GROTESCOS.
Que ustedes lo disfrute
LEY DE LA
VENGANZA HISTÉRICA
Y vuelven a la carga
vengativos
aquéllos que la
guerra no vivieron,
y que nunca les
contaron ni supieron
por qué se rebelaron
los nativos.
Aquellos asesinos
represivos
sacaban de las
checas, y murieron
fusilados por esos
que vinieron
a quemar conventos, ¡abusivos!.
Y estando en paz y
tiempos de bonanza,
gobierna el ignorante
Zapatero
y lanza el grito loco
de ¡venganza!.
Y se saca de su mente
ibérica
como saca un conejo
del sombrero
esa Ley de la
Venganza Histérica.