sábado, 31 de enero de 2015

LEY DE LA "VENGANZA" HISTÓRICA



                                    LA CALLE DE SAN CLEMENTE
 Andan enredados por cuestiones políticas los unos y los otros, en un intento de borrar las huellas de la historia quitando del callejero de los pueblos y ciudades los nombres de aquellos hechos o personas que de alguna forma pudieran representar o recordar la época de la España de Franco, sin entrar en consideraciones de si esos nombres o personas tuvieron méritos suficientes como para merecer por sí mismos el hecho o circunstancia que les hiciera acreedores a tener un monumento o el nombre de una calle.
 Los unos se basan en esa gilipollesca ley de la “venganza” histórica que se sacó de la manga un político del tres al cuarto cuyo abuelo según le habían contado murió bajo la opresión franquista, cuando la propia memoria histórica averiguó que murió en la lucha infraternal como un soldado más de los muchos que en ella tuvieron la desgracia de participar tanto de un lado como del otro.
 Al respecto vengo a citar aunque no venga al caso con Segovia, el monumento que la localidad cántabra de Santoña tiene dedicado a su hijo predilecto el almirante Carrero Blanco mano derecha de Franco y que a nadie se le ha ocurrido ni destruirlo ni quitarle el nombre. Otro tanto ocurre con otra localidad también cántabra, la monumental villa de Comillas en la que siguen los nombres de la calle del General Mola y junto a ella la plaza del Generalísimo, que da lugar al chascarrillo de “cómo mola la plaza del Generalísimo, pero mola más la calle del General Mola”. De hecho en otras  localidades de Cantabria como Ampuero, Liérganes y otras que conozco siguen los nombres de personajes de la época de Franco que a nadie se le ha ocurrido cuestionar. Hasta en la pequeña localidad también cántabra de Limpias en cuya iglesia parroquial existe una bella imagen de Cristo, el famoso Cristo de Limpias, del que siendo aún niño oía hablar a mi querido padre, en una de las caras del religioso edificio sigue existiendo una lápida de blanco mármol dedicada a los caídos en aquella cruenta guerra, en la que amén de otros, figuran los nombres de cinco hermanos hijos del pueblo, que sería un atentado quitar de allí y a nadie se le ocurriría hacerlo.
 Y vengo ahora a hacer referencia a lo que nos ocupa, como dice el refrán “a lo que estamos tuerta que se van sin pagar”. Leo en mi dilecto Adelantado los escritos de unos y otros paisanos míos que se vienen pronunciando en sus comentarios sobre el posible cambio de nombre de la hoy Avenida de Fernández Ladreda que en mis tiempos se llamaba simplemente calle de San Clemente; y me digo: quiénes hoy se están pronunciando no por cuestiones históricas sino llevados por sus ideologías políticas sobre el cambio de nombre de dicha Avenida ¿han conocido lo que era la antigua calle de San Clemente, o piensan que siempre ha sido como ahora es?.
 ¿Cuántos de los que hoy vierten sus opiniones en nuestro diario, han conocido el herradero de la bajada del Carmen, la taberna El Sotanillo, la peluquería de Juanín, la taberna de Pichorra, Casa Agejas, Casa Ricardo, el taller de Torres, El garaje de Albino, la ferrería de Horcajo, Transportes La Esperanza, la Iglesia de San Clemente, el Convento de las Reparadoras y tantos otros nombres que con los años han ido huyendo de mi memoria, y que mucho mejor que yo recordarán cuántos de mi época han seguido viviendo en nuestra querida ciudad del Acueducto?.
 ¿A qué viene querer cambiar el nombre de un personaje insigne que mucho hizo por Segovia aunque fuera en la época franquista?. ¿Vamos a quitar del callejero a Andrés Reguera Antón porque fue alcalde en aquella época?.
 Cierto que nuestro bimilenario acueducto bien se merece el nombre de una Avenida y ni siquiera tiene el nombre de una calle, pero la auténtica Avenida del Acueducto por su longitud y por ser la entrada a la ciudad desde el oeste no podría ser otra que la antigua Carretera de Boceguillas a la que pusieron el nombre de Vía Roma sin venir a cuento, pues aunque todos los caminos llevan a Roma, no la Carretera de Boceguillas.

lunes, 26 de enero de 2015

LA TELEVISIÓN MUERTA



                                         LA TELEVISIÓN MUERTA
 Hace, podríamos decir, cincuenta años, tal vez más, el cine era una de las pocas distracciones de las que podíamos disfrutar los españoles de provincias o “paletos” como se nos denominaba entonces a los que no residíamos en la capital de España, en la que existían espectáculos mil para distraer las mentes y evadir los cuerpos los fines de semana haciéndoles descansar de la rutina del trabajo.
 Pero en provincias no teníamos otra cosa que el baile de salón o el cine los sábados y domingos.
 En nuestra Segovia de la época, había tres salas de cine, El Cervantes que, después de haber distraído durante décadas a parejas de novios y matrimonios, ha pasado a la situación en la que se encuentra en la actualidad; El Juan Bravo que, siempre fue, sin saber por qué, menos concurrido que el anterior y que hoy se dedica a lo que se dedica, por no decir que está tan muerto como aquél; y El Victoria que surgió años después y se mantuvo durante unos años hasta que por falta de asistencia tuvo de cerrar; luego vino El Sirenas como sala moderna y concurrida; no sé si hoy sigue abierta alguna de ellas.
  Lo cierto es que llegó la televisión y se culpaba a este medio de la falta de asistencia de público a las salas de cine. En parte pudo haber en aquella época, algo de cierto aunque la verdad, creo que estaba basada en la decadencia de las grandes películas y superproducciones que durante los años de Oro del cine, principalmente el de allende los mares que producía auténticas joyas cinematográficas que se distribuían por el mundo entero, no en vano Hollyvood era la Meca del Cine.
 Llegó el invento de la televisión que a los hogares de España llegó allá por los años cincuenta o sesenta del pasado siglo, y entonces nos empezaron a servir  en casa lo que antes nos estaban dando en las salas de cine.
 La gente se hace cómoda y ello unido al gasto que, sobre todo en época de crisis, se viene padeciendo en los hogares españoles, han hecho que, incluso en las grandes ciudades como Madrid, se hayan visto obligados a cerrar las Salas de Cine tradicionales que durante tantos años existieron en la Gran Vía, Bilbao, Fuencarral y otros lugares madrileños. Dentro de poco ocurrirá otro tanto con los teatros, que no ganan ni para pagar al portero.
 Pues al igual que decayó el cine y decaen los teatros, empieza a decaer la Televisión.
 ¿Dónde está el motivo de que un espectador encienda cada tarde-noche la televisión de su casa, esperando encontrar en cualquiera de las dos mil o tres mil emisoras que hoy existen, un programa de su agrado, algo que le distraiga para consumir distendido las últimas horas del día tomando una cerveza frente al televisor de su casa, sin que se quede dormido y termine apagándolo?.
 Personalmente tomo el mando a distancia, hago el recorrido por los doscientos canales,
En unos salen los del Tarot, en otros la Tienda en casa, en otros la Llamada de Dios, Las películas repetidas que ponen 20 veces a la semana, las españolas de hace 60 años que ahora están desempolvando para darles algo a ganar a sus autores, la publicidad, y qué publicidad; hay anuncios que me hacen dejar de comprar un producto; cuando después del recorrido encuentro algo que me agrade, una película, un documental, un debate, cada cuarto de hora sale: ¡Volvemos en 15 minutos!. Y para remate el fútbol, todos los días de la semana, sea donde sea, diez horas de fútbol, si no son más.
 Presumo de ser paciente y poco exigente, pero tengo tres grandes defectos, lo reconozco, soy enemigo acérrimo de la publicidad, no me gusta el fútbol y repudio la televisión de la incultura, de forma tal que cuando alguien me pregunta: ¿a usted qué es lo que más le gusta de la televisión?, invariablemente respondo: Apagarla.
 No quiero extenderme más pero o las cadenas de televisión mejoran, o tenemos en España una televisión muerta.

MULTAS DESDE EL AIRE



                                  DIRECCIÓN GENERAL DE TRÁFICO

 Están anunciando a bombo y platillo que la vigilancia de tráfico por carretera se está llevando a cabo mediante radares instalados en helicópteros y que desde el aire se impondrán sanciones sin detención del vehículo ni identificación del conductor, ni verificación in situ de si ha cometido o no alguna infracción de las tipificadas en el Código de Circulación y la Ley General de Tráfico.
 ¿Y qué está ocurriendo?, pues que se están sirviendo de este sistema no para sancionar
la mala conducción de los vehículos, cuales pueden ser, adelantamientos prohibidos, excesos de velocidad, hablar con el teléfono móvil o cualquiera otra infracción que pueda ser una conducción temeraria de las tipificadas como tal en la Ley General de Tráfico, sino que se están produciendo por este sistema, denuncias de tipo administrativo e imponiendo sanciones, por no haber pagado una multa, por no haber pasado la ITV, por no haber pagado el Impuesto de Circulación, por no pagar cantidades embargadas por los Ayuntamientos, y cualquiera otras, que nada tienen que ver con una infracción de tráfico, o que tiendan a disminuir el número de siniestros.
 Es decir, desde la DGT, se está vulnerando flagrantemente la LEY, pues las denuncias y sanciones no relacionadas con las infracciones de tráfico, tienen otros trámites administrativos que conllevan aparejados la presentación de todo tipo de recursos, hasta llegar al Tribunal Superior de Justicia, aparte de requerir la presencia física de denunciante y denunciado, exigir la identificación, presentación de documentos, etc.
 El número de fallecidos en accidentes de tráfico, prácticamente no ha disminuido respecto del año anterior a pesar del alto coste que supone esa vigilancia desde el aire; se están limitando a obtener desde el aire fotografías de todos los vehículos que circulan por las carreteras, acudir posteriormente al censo general de vehículos y comprobar si tienen alguna infracción administrativa, para unos meses después notificarles que por no haber pagado el impuesto, pasado la ITV o no pagar una multa tienen una sanción.
 Si esto ha sido una idea de la señora Directora General de Tráfico para amortizar el gasto de los helicópteros mediante el cobro de sanciones impuestas sin denuncia previa, que vaya pidiendo su dimisión porque la van a solicitar más de un millón de conductores. Así no se mejora el tráfico señor ministro, vaya pensando en cambiar a la directora general.