LA
TELEVISIÓN MUERTA
Hace, podríamos
decir, cincuenta años, tal vez más, el cine era una de las pocas distracciones
de las que podíamos disfrutar los españoles de provincias o “paletos” como se
nos denominaba entonces a los que no residíamos en la capital de España, en la
que existían espectáculos mil para distraer las mentes y evadir los cuerpos los
fines de semana haciéndoles descansar de la rutina del trabajo.
Pero en provincias
no teníamos otra cosa que el baile de salón o el cine los sábados y domingos.
En nuestra Segovia
de la época, había tres salas de cine, El Cervantes que, después de haber
distraído durante décadas a parejas de novios y matrimonios, ha pasado a la
situación en la que se encuentra en la actualidad; El Juan Bravo que, siempre
fue, sin saber por qué, menos concurrido que el anterior y que hoy se dedica a
lo que se dedica, por no decir que está tan muerto como aquél; y El Victoria
que surgió años después y se mantuvo durante unos años hasta que por falta de
asistencia tuvo de cerrar; luego vino El Sirenas como sala moderna y
concurrida; no sé si hoy sigue abierta alguna de ellas.
Lo cierto es que llegó la televisión y se
culpaba a este medio de la falta de asistencia de público a las salas de cine.
En parte pudo haber en aquella época, algo de cierto aunque la verdad, creo que
estaba basada en la decadencia de las grandes películas y superproducciones que
durante los años de Oro del cine, principalmente el de allende los mares que
producía auténticas joyas cinematográficas que se distribuían por el mundo
entero, no en vano Hollyvood era la Meca del Cine.
Llegó el invento
de la televisión que a los hogares de España llegó allá por los años cincuenta
o sesenta del pasado siglo, y entonces nos empezaron a servir en casa lo que antes nos estaban dando en las
salas de cine.
La gente se hace
cómoda y ello unido al gasto que, sobre todo en época de crisis, se viene
padeciendo en los hogares españoles, han hecho que, incluso en las grandes
ciudades como Madrid, se hayan visto obligados a cerrar las Salas de Cine
tradicionales que durante tantos años existieron en la Gran Vía, Bilbao,
Fuencarral y otros lugares madrileños. Dentro de poco ocurrirá otro tanto con
los teatros, que no ganan ni para pagar al portero.
Pues al igual que
decayó el cine y decaen los teatros, empieza a decaer la Televisión.
¿Dónde está el
motivo de que un espectador encienda cada tarde-noche la televisión de su casa,
esperando encontrar en cualquiera de las dos mil o tres mil emisoras que hoy
existen, un programa de su agrado, algo que le distraiga para consumir distendido
las últimas horas del día tomando una cerveza frente al televisor de su casa,
sin que se quede dormido y termine apagándolo?.
Personalmente tomo
el mando a distancia, hago el recorrido por los doscientos canales,
En unos salen los del Tarot, en otros la Tienda en casa,
en otros la Llamada de Dios, Las películas repetidas que ponen 20 veces a la
semana, las españolas de hace 60 años que ahora están desempolvando para darles
algo a ganar a sus autores, la publicidad, y qué publicidad; hay anuncios que
me hacen dejar de comprar un producto; cuando después del recorrido encuentro
algo que me agrade, una película, un documental, un debate, cada cuarto de hora
sale: ¡Volvemos en 15 minutos!. Y para remate el fútbol, todos los días de la
semana, sea donde sea, diez horas de fútbol, si no son más.
Presumo de ser
paciente y poco exigente, pero tengo tres grandes defectos, lo reconozco, soy
enemigo acérrimo de la publicidad, no me gusta el fútbol y repudio la
televisión de la incultura, de forma tal que cuando alguien me pregunta: ¿a
usted qué es lo que más le gusta de la televisión?, invariablemente respondo:
Apagarla.
No quiero
extenderme más pero o las cadenas de televisión mejoran, o tenemos en España
una televisión muerta.
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