lunes, 26 de enero de 2015

LA TELEVISIÓN MUERTA



                                         LA TELEVISIÓN MUERTA
 Hace, podríamos decir, cincuenta años, tal vez más, el cine era una de las pocas distracciones de las que podíamos disfrutar los españoles de provincias o “paletos” como se nos denominaba entonces a los que no residíamos en la capital de España, en la que existían espectáculos mil para distraer las mentes y evadir los cuerpos los fines de semana haciéndoles descansar de la rutina del trabajo.
 Pero en provincias no teníamos otra cosa que el baile de salón o el cine los sábados y domingos.
 En nuestra Segovia de la época, había tres salas de cine, El Cervantes que, después de haber distraído durante décadas a parejas de novios y matrimonios, ha pasado a la situación en la que se encuentra en la actualidad; El Juan Bravo que, siempre fue, sin saber por qué, menos concurrido que el anterior y que hoy se dedica a lo que se dedica, por no decir que está tan muerto como aquél; y El Victoria que surgió años después y se mantuvo durante unos años hasta que por falta de asistencia tuvo de cerrar; luego vino El Sirenas como sala moderna y concurrida; no sé si hoy sigue abierta alguna de ellas.
  Lo cierto es que llegó la televisión y se culpaba a este medio de la falta de asistencia de público a las salas de cine. En parte pudo haber en aquella época, algo de cierto aunque la verdad, creo que estaba basada en la decadencia de las grandes películas y superproducciones que durante los años de Oro del cine, principalmente el de allende los mares que producía auténticas joyas cinematográficas que se distribuían por el mundo entero, no en vano Hollyvood era la Meca del Cine.
 Llegó el invento de la televisión que a los hogares de España llegó allá por los años cincuenta o sesenta del pasado siglo, y entonces nos empezaron a servir  en casa lo que antes nos estaban dando en las salas de cine.
 La gente se hace cómoda y ello unido al gasto que, sobre todo en época de crisis, se viene padeciendo en los hogares españoles, han hecho que, incluso en las grandes ciudades como Madrid, se hayan visto obligados a cerrar las Salas de Cine tradicionales que durante tantos años existieron en la Gran Vía, Bilbao, Fuencarral y otros lugares madrileños. Dentro de poco ocurrirá otro tanto con los teatros, que no ganan ni para pagar al portero.
 Pues al igual que decayó el cine y decaen los teatros, empieza a decaer la Televisión.
 ¿Dónde está el motivo de que un espectador encienda cada tarde-noche la televisión de su casa, esperando encontrar en cualquiera de las dos mil o tres mil emisoras que hoy existen, un programa de su agrado, algo que le distraiga para consumir distendido las últimas horas del día tomando una cerveza frente al televisor de su casa, sin que se quede dormido y termine apagándolo?.
 Personalmente tomo el mando a distancia, hago el recorrido por los doscientos canales,
En unos salen los del Tarot, en otros la Tienda en casa, en otros la Llamada de Dios, Las películas repetidas que ponen 20 veces a la semana, las españolas de hace 60 años que ahora están desempolvando para darles algo a ganar a sus autores, la publicidad, y qué publicidad; hay anuncios que me hacen dejar de comprar un producto; cuando después del recorrido encuentro algo que me agrade, una película, un documental, un debate, cada cuarto de hora sale: ¡Volvemos en 15 minutos!. Y para remate el fútbol, todos los días de la semana, sea donde sea, diez horas de fútbol, si no son más.
 Presumo de ser paciente y poco exigente, pero tengo tres grandes defectos, lo reconozco, soy enemigo acérrimo de la publicidad, no me gusta el fútbol y repudio la televisión de la incultura, de forma tal que cuando alguien me pregunta: ¿a usted qué es lo que más le gusta de la televisión?, invariablemente respondo: Apagarla.
 No quiero extenderme más pero o las cadenas de televisión mejoran, o tenemos en España una televisión muerta.

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