martes, 22 de septiembre de 2015

FERNANDO TRUEBA



                              UN TAL FERNANDO RODRÍGUEZ TRUEBA
                                            (Dirigidor de películas malas)
 Vengo a hacer referencia a una frase lapidaria que ha pronunciado el director peliculero Fernando Trueba, que al igual que apostata de  su primer apellido tan castellano y por ende tan español como es Rodríguez, originario y patronímico del reino de León, ha tenido la ocurrencia de decir que “no se ha sentido español ni cinco minutos de su vida”.
 Ignoro si tiene motivos fundados para haber dicho semejante frase, que sin duda infiere una grave ofensa a todas aquellas personas que son españolas y se sienten orgullosas de serlo.
 Si hacemos referencia a su segundo apellido Trueba, que es digamos, su nombre de guerra a través del cual se ha hecho famoso en el mundo de la cinematografía, no puede ser más español, pues es de origen cántabro, originario de la comarca pasiega, bello pueblo el de Vega de Pas, hay que visitarlo, apellido castellano de la época de la reconquista, sin olvidar que cuando el Emperador Carlos V vino a España para hacerse cargo del reinado heredado de su abuelo, desembarcó en el puerto de Laredo, porque aquellas aguas y tierras eran parte de Castilla y por ende de España. Castilla se asomaba al mar por Santander, una de las seis provincias  de Castilla la Vieja, Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Ávila a las que después fueron añadidas Valladolid y Palencia
 Y si nos referimos a su nombre de pila, sin querer hacer referencia a la del bautismo, aunque me supongo que esté bautizado en la fe de Cristo, Fernando, no podemos olvidar que Fernando III el Santo, hijo de la segoviana Reina de Castilla Doña Berenguela, fue rey de Castilla y de León y terminó de reconquistar todas las tierras sarracenas para España, con lo que el tal Trueba, por mucho que le fastidie es más español que los bajos del caballo del Espartero.
 Me da a mí por tanto pensar que el tal señor Trueba, anda un tanto desnortado cuando afirma que nunca se ha sentido español, porque el pobre hombre con tanto nombre y apellidos españoles y habiendo nacido en Madrid, capital de las Españas, no se siente español, se convierte a sí mismo en apátrida. Creo que tiene un problema mental, porque renegar de sus orígenes es de necios, ya que es algo que nadie puede borrar
 No puede sentirse chino, ni inglés, francés, africano, americano, o esquimal, pues tendría que tener otro nombre y apellidos que no fueran tan españoles como los que tiene; pienso que o no conoce la historia de España, lo cual es muestra de incultura o es posible que dada su avanzada edad, 60 años, haya entrado antes de tiempo en el periplo de la senilidad que le hace perder la cabeza y decir tonterías que lógicamente, como tales, nadie las hace caso.
 Mas hay algo en lo que la senilidad no le ha fallado, y es en el cobro de las ayudas y subvenciones otorgadas por los gobiernos de España con cargo al bolsillo de los contribuyentes españoles, a las que no ha hecho ascos, habiéndose embolsado más de cuatro millones del erario público español por muchos de los bodrios de películas que ha dirigido, que no duraban en cartel ni una semana, y que para engaño de la opinión pública, los propios productores compraban todo el aforo de las salas de cine, para decir que había sido un éxito porque habían vendido todo el papel y eso les permitiera solicitar una nueva subvención. Hay muchas formas de corrupción y esa era una más de las ya inventadas.
 Y que recientemente el Gobierno de España le haya concedido el premio Nacional de las artes cinematográficas, con una dotación de 30.000 euros, que con toda su cara se ha echado al bolsillo, es para manifestarle el mayor de los desprecios como a cualquier corrupto.
 En lo personal me siento muy orgulloso de ser español, por tanto no me hieren las palabras de anti españolismo de un resentido que no tiene la más ligera idea de lo que es España y los españoles y que se desprecia a sí mismo por serlo, que es algo que nunca podrá borrar aunque lo diga, porque renegar de sus orígenes es lo más ruin que puede sentir cualquier humano.

domingo, 20 de septiembre de 2015

ELEGÍA AL TORO BRAVO



                                         ELEGÍA AL TORO BRAVO

I
Ya retumban los timbales
con su sepulcral acento
cuando asoman por la sombra
oscura de los chiqueros
los afilados puñales
del hermoso toro negro.
No salgas, toro, no salgas,
te gritan desde lo lejos
no salgas, toro, no salgas,
ya es tarde para el consejo.

II
Son la seis de la mañana,
el alba se despereza
tu sombra se halla dormida
en el campo de la dehesa
soñando con lunas claras,
rumiando tu última hierba.
Unos hombres a caballo,
con silbidos te despiertan,
  saludas a la aurora
levantando la cabeza,
y esos dos negros puñales
con que coronas tu testa
le arrancan al sol raudales
de plata de las estrellas
La ciudad duerme tranquila;
poco más de a media legua
se escucha un escopetazo,
un restallar, un trallazo
que a todo el mundo despierta,
anunciando que a la tarde
habrá una corrida seria,
con toreros de renombre,
de los que están en la cresta;
y tú aguardas,  ignorante,
sin saber lo que te espera,
cuando el oro de la tarde
se apodere de la arena;
no salgas, toro, no salgas,
triste juguete de feria.

III
Los clarines de la fiesta
para ti suenan a muerte,
¡toro, pobre toro!
pues no sabes, cuando sales
lo trágico de tu  suerte;
y  te lanzas al albero
queriendo comerte el mundo
sin  saber que tu contienda
será un fracaso rotundo,
¡Toro, pobre toro!.
No salgas toro, no salgas.
Y lanzas tu reto al viento
con un mugido profundo;
altanera la cabeza
en tu cuerpo hirviendo sangre,
con los belfos entreabiertos
queriendo beberte el aire,
rasgando con tus pitones
las estrellas de la tarde
que se te quedan prendidas
del filo de tus puñales.
¡Toro, pobre toro!,
no salgas toro no salgas.
Y te clavas en el ruedo
desafiándolo todo
como diciendo en un grito:
aquí estoy yo, soy el toro;
soy el toro y esto es mío,
vamos a ver quién se atreve
conmigo en el desafío.
¡Toro, pobre toro!.
¿tú que sabes cuando sales
lo que te espera en la arena?,
no salgas toro, no salgas
bronco grito que de lejos
llegó hasta tu cabeza,
no salgas toro, no salgas,
no malogres tu nobleza.
¿Tú que sabes insensato
lo que te va a acontecer
cuando lleves fuera un rato?.
¿Qué sabes de las argucias
y  los engaños del hombre
que te cita con un trapo
tras el que su hombría esconde?.
¡Toro, pobre toro!,
no arriesgues tu valentía,
tu trapío y tu coraje;
donde tú vas por derecho,
el te lleva con malaje
embebido en su franela
hasta amansar tu pelaje.
Y en el derrote que tú,
ignorante, das al aire,
se va un poco de tu fuerza,
se va un mucho de tu vida
que está perdida desde antes
empeñado en una lucha
inútil, descabellada,
sin saber que en diez minutos
tu vida estará acabada.
¡Toro, pobre toro!,
¿Tú que sabes?.

IV
La plaza está engalanada
como nunca lo estuviera,
los mantones de Manila
están luciendo en los palcos,
lleno hasta la última fila,
las guapas en las barreras,
y la bandera de España
tremolando allá en lo alto.
Y tú toro, pobre toro,
clavado sobre la arena
sin saber, en tu ignorancia,
el tormento que te espera.
En torno tuyo ya empieza
una demoníaca danza
de sombras que te rodean
y tú ya no ves muy claras;
y oyes gritos y carreras;
y entre silbidos y palmas
algún ¡olé!, descolgado,
que no es para tu arrogancia
que es para alguien que, ante ti,
más arrogante se planta.
Y te cita desde lejos,
¡eh! toro, ¡eh! toro;
el torero no se enmienda,
con los pies juntos te espera
y la embestida te aguanta
cuando emprendes la carrera.
Enmudecen las gargantas,
la plaza se pone tensa,
el sol se tiñe de rojo,
se mastica la tragedia
que traes entre los puñales,
con que coronas tu testa
mas, al llegar al encuentro,
te pega una revolera
que te hace hincar las rodillas
sobre el oro de la arena;
él recoge los aplausos
que premian su valentía.
Desplegando la muleta
te vuelve a citar inerte,
con soberbia y arrogancia;
y tú, ¡toro, pobre toro!
valentía e ignorancia,
queriendo tentar la suerte,
a la carrera te arrancas,
al encuentro de una muerte
que ya estaba sentenciada.

V
¡Toro, pobre toro!.
Ya no cuelgan las estrellas
de las puntas de tus astas,
se han quedado, en el encuentro,
por el ruedo derramadas;
ya no escuchas los clarines
ni los pitos ni las palmas,
lo más, lúgubres redobles
de los timbales que, al alba,
anunciarán que han matado
la bravura de tu casta
en una pelea horrenda
cuya suerte estaba echada,
mientras tres mulas innobles
por el albero te arrastran,
que la bravura del noble,
los innobles la desgarran.
¡Toro, pobre toro!,
no salgas toro, no salgas . . . . .

jueves, 17 de septiembre de 2015

EL TORO DE TORDESILLAS



                                       EL TORO DE TORDESILLAS

 No se trata de escribir o manifestar algo aprovechando el oportunismo del momento en el que ocurre un suceso que pueda convulsionar a la opinión pública.
 En lo personal ni soy partidario ni contrario al espectáculo tan español de las corridas de toros; soy de opinión de que a quién le guste que vaya y a quién no le guste se abstenga de ir, siempre respetando la libertad de opinión y de gustos de unos y otros.
 Hubo alguien, hace años, que dijo aquella barbaridad de que hay gentes que van al circo esperando ver el momento en se cae el trapecista; pues igualmente hay gentes que van a las corridas de toros esperando ver la cogida porque es cuando se consuma la tragedia, aunque igualmente sea una tremenda barbaridad pensarlo.
 Pero con independencia de estas divagaciones mías, procuro situarme siempre en defensa del débil que, en el caso de todos los festejos taurinos es el toro. Véase mi romance “Elegía al toro bravo”, que hace algunos años escribí, y que alguien defensor de los animales, colgó en Internet, cuando el Internet, el Google o el Facebook no habían llegado a las manos de los miles o millones de usuarios que hoy lo utilizan y que una asociación anti taurina utilizó como crítica a los festejos taurinos, aunque mi intención al escribirlo no era otra que la de ensalzar la figura y el trapío del toro bravo.
 Mas de cualquier forma y, estando en defensa del toro, hemos de establecer una gran diferencia entre el enfrentamiento del hombre y el toro en las corridas, que el enfrentamiento, que no es tal, porque no pasa de ser más que una brutal persecución de la bestia por todo un pueblo, agazapado entre los árboles, encastillado en los caballos, armados con largas lanzas que les protege en la distancia, de un animal que no embiste porque no está criado para la lidia, sino que huye asustado por la multitud al encontrarse aislado y lejos de su hábitat natural que es el campo, y que para más inri ha sido despojado de sus defensas naturales, al haberle sido cortada parte de su cuerna y manipulada para que no hiera, y para que su cornada no alcance el cuerpo del hombre.
 ¿Dónde está la valentía y la hombría de esos perseguidores que le martirizan a lanzazos?. ¿Dónde está el arte y el valor de esa persecución que eufemísticamente han dado en denominar “torneo”, nombre que nada tiene que ver con esa alevosa persecución de un toro.
Este año le ha cabido el honor de asesinar al toro de la Vega a un valiente tordesillano apodado el “Cachobo”, vaya honra que le cabe de valiente.
 Aún con estar totalmente en defensa del animal, hay que establecer la gran diferencia que existe entre la lucha de un toro en los ruedos y esa vergonzosa persecución del animal por todo un pueblo. En los ruedos se miden frente a frente, de tú a tú, la fortaleza, el instinto del animal para alcanzar al torero, con la astucia y la valentía de éste, cuya única defensa es esconderse o taparse con un trapo, una franela con la que le hace ir y venir, cansándolo, engañándolo hasta que lo doblega y lo lleva a la suerte final.
 No es mi intención descalificar con epítetos alevoso a la gran mayoría de vecinos o habitantes de Tordesillas, ellos solos se descalifican a sí mismos, que no a la antigua, coronada, leal y nobilísima villa que tantos títulos de nobleza ha sabido cosechar a través de la historia y que ahora por la decisión de unos gobernantes que no se merece, que no saben qué hacer, que no saben gobernar está siendo tachada de bárbara en el mundo entero con sus atávicas costumbres que han estado dormidas durante siglos y que se han recuperado para mal en aras de la libertad..

martes, 8 de septiembre de 2015

A LA PISCINA EN PELOTAS



                                A LA PISCINA EN PELOTAS

 Acabo de llegar de unas minivacaciones, porque en contra del criterio del Sr. Montoro Ministro de Hacienda, el presupuesto no da para más, y leo en un periódico de Madrid que la señora alcaldesa de la Villa ha dado vía libre al destape, autorizando que en una de las piscinas municipales, la de El Lago, concretamente, puedan asistir los tíos y las títis en pelota picada sin necesidad de llevar traje de baño.
 La “escurrencia” me parece genial, porque a parte de la indecencia que representa para los más pacatos, estando como estamos en época de crisis, en algo hay que ahorrar, aunque sea en trajes de baño.
 Este hecho me ha traído a la mente un recuerdo imborrable de mi niñez, ya en la pubertad: vivía yo por entonces en la muy noble muy leal y muy hermosa ciudad de Segovia, en la que aún no había piscinas ni municipales ni de las otras, y los chicos acudíamos al río, a la poza de “El Molino”, la Presa o Las Arenas, porque las chicas iban a bañarse a “El bodón de las señoritas”, ya que la autoridad pertinente no permitía el baño conjunto de hembras y varones y menos aún cuando los varones, por lo general, nos bañábamos en pelotas, porque la crisis, siempre la crisis, no nos daba para comprar un “taparrabos”, que era lo único que te tapaba tan exigua prenda como su nombre indica, en la mercería “Casa Nuño”, que estaba a la entrada de la calle Real, en las proximidades del Azoguejo.
 Más héteme aquí que llegó un gobernador civil que tras haber hablado con el Sr. Obispo de la diócesis, quedó enterado de la circunstancia, y poco tardó en dictar una orden prohibiendo el baño en el río desnudos, con la advertencia de que iba a poner una vigilancia especial por parte de la guardia gubernamental, a la que por entonces llamábamos “los grises”, en aquella zona del río.
 El resultado fue que avisados los habituales chicos y mozos  de aquella parte del río, acudimos a nuestras habituales abluciones pero vestidos, unos con mono azul Vergara, otros con guardapolvos, un pantalón viejo o con alguna otra prenda estrafalaria, y como los guardias tenían la orden de que no nos podíamos desnudar porque no había casetas de vestuario, cada uno se quitó su ropa bajo los monos o guardapolvos, y nos arrojamos al agua con esas superficiales prendas que nos cubrían pero que dejaban nuestros colgajos al fresco.
 Fue tal el hazmerreír y la tomadura de pelo que sufrieron aquellos guardias en cumplimiento de la orden del gobernador, que su excelencia tuvo que retirar la orden.
 Pues aquí ahora, la alcaldesa se ha creído que las instalaciones municipales son la piscina de su casa, autorizando el nudismo sin aviso previo en una ciudad en la que está prohibido, pero tal parece que no está prohibidas las manifestaciones de nudistas, por lo que habrá que ver el Paseo de Extremadura convertido en rocódromo de rabos y felpudos acudiendo desnudos a la piscina El Lago.
 La decencia o indecencia de las personas, no tiene nada que ver con su condición política, con su creencia religiosa, con su partido político, la condición de decente o indecente se adquiere, pero lo que no puede o debe hacer un cargo público es convertir su cargo en indecente. La persona puede ser decente o indecente, pero lo que no debe hacer es prostituir su cargo.
Estas consideraciones tan absurdas y antinaturales me han dado pie para componer uno más de mis SONETOS GROTESCOS, dedicados a políticos y chorizos y otras gentes del bien vivir.

EN PELOTAS A LA PISCINA

La alcaldesa en Madrid ha autorizado
bañarse en la piscina bien desnudo,
me parece este un hecho cojonudo,
indecente y muy poco bien pensado.

No creo que Carmen haya pensado
ir a El Lago luciendo su felpudo
y las tetas al aire, macanudo,
pues iba a provocar un altercado.

Permite en Malasaña la movida
de lesbianas, maricas a montón,
¿por qué no ir en pelotas por la vida?

Bañarse en el cubil luciendo el rabo
no es cuestión de que seas maricón
es cumplir con la ley al fin y al cabo.