jueves, 17 de septiembre de 2015

EL TORO DE TORDESILLAS



                                       EL TORO DE TORDESILLAS

 No se trata de escribir o manifestar algo aprovechando el oportunismo del momento en el que ocurre un suceso que pueda convulsionar a la opinión pública.
 En lo personal ni soy partidario ni contrario al espectáculo tan español de las corridas de toros; soy de opinión de que a quién le guste que vaya y a quién no le guste se abstenga de ir, siempre respetando la libertad de opinión y de gustos de unos y otros.
 Hubo alguien, hace años, que dijo aquella barbaridad de que hay gentes que van al circo esperando ver el momento en se cae el trapecista; pues igualmente hay gentes que van a las corridas de toros esperando ver la cogida porque es cuando se consuma la tragedia, aunque igualmente sea una tremenda barbaridad pensarlo.
 Pero con independencia de estas divagaciones mías, procuro situarme siempre en defensa del débil que, en el caso de todos los festejos taurinos es el toro. Véase mi romance “Elegía al toro bravo”, que hace algunos años escribí, y que alguien defensor de los animales, colgó en Internet, cuando el Internet, el Google o el Facebook no habían llegado a las manos de los miles o millones de usuarios que hoy lo utilizan y que una asociación anti taurina utilizó como crítica a los festejos taurinos, aunque mi intención al escribirlo no era otra que la de ensalzar la figura y el trapío del toro bravo.
 Mas de cualquier forma y, estando en defensa del toro, hemos de establecer una gran diferencia entre el enfrentamiento del hombre y el toro en las corridas, que el enfrentamiento, que no es tal, porque no pasa de ser más que una brutal persecución de la bestia por todo un pueblo, agazapado entre los árboles, encastillado en los caballos, armados con largas lanzas que les protege en la distancia, de un animal que no embiste porque no está criado para la lidia, sino que huye asustado por la multitud al encontrarse aislado y lejos de su hábitat natural que es el campo, y que para más inri ha sido despojado de sus defensas naturales, al haberle sido cortada parte de su cuerna y manipulada para que no hiera, y para que su cornada no alcance el cuerpo del hombre.
 ¿Dónde está la valentía y la hombría de esos perseguidores que le martirizan a lanzazos?. ¿Dónde está el arte y el valor de esa persecución que eufemísticamente han dado en denominar “torneo”, nombre que nada tiene que ver con esa alevosa persecución de un toro.
Este año le ha cabido el honor de asesinar al toro de la Vega a un valiente tordesillano apodado el “Cachobo”, vaya honra que le cabe de valiente.
 Aún con estar totalmente en defensa del animal, hay que establecer la gran diferencia que existe entre la lucha de un toro en los ruedos y esa vergonzosa persecución del animal por todo un pueblo. En los ruedos se miden frente a frente, de tú a tú, la fortaleza, el instinto del animal para alcanzar al torero, con la astucia y la valentía de éste, cuya única defensa es esconderse o taparse con un trapo, una franela con la que le hace ir y venir, cansándolo, engañándolo hasta que lo doblega y lo lleva a la suerte final.
 No es mi intención descalificar con epítetos alevoso a la gran mayoría de vecinos o habitantes de Tordesillas, ellos solos se descalifican a sí mismos, que no a la antigua, coronada, leal y nobilísima villa que tantos títulos de nobleza ha sabido cosechar a través de la historia y que ahora por la decisión de unos gobernantes que no se merece, que no saben qué hacer, que no saben gobernar está siendo tachada de bárbara en el mundo entero con sus atávicas costumbres que han estado dormidas durante siglos y que se han recuperado para mal en aras de la libertad..

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