A LA PISCINA EN
PELOTAS
Acabo de llegar de
unas minivacaciones, porque en contra del criterio del Sr. Montoro Ministro de
Hacienda, el presupuesto no da para más, y leo en un periódico de Madrid que la
señora alcaldesa de la Villa ha dado vía libre al destape, autorizando que en
una de las piscinas municipales, la de El Lago, concretamente, puedan asistir
los tíos y las títis en pelota picada sin necesidad de llevar traje de baño.
La “escurrencia”
me parece genial, porque a parte de la indecencia que representa para los más
pacatos, estando como estamos en época de crisis, en algo hay que ahorrar,
aunque sea en trajes de baño.
Este hecho me ha
traído a la mente un recuerdo imborrable de mi niñez, ya en la pubertad: vivía
yo por entonces en la muy noble muy leal y muy hermosa ciudad de Segovia, en la
que aún no había piscinas ni municipales ni de las otras, y los chicos
acudíamos al río, a la poza de “El Molino”, la Presa o Las Arenas, porque las
chicas iban a bañarse a “El bodón de las señoritas”, ya que la autoridad
pertinente no permitía el baño conjunto de hembras y varones y menos aún cuando
los varones, por lo general, nos bañábamos en pelotas, porque la crisis,
siempre la crisis, no nos daba para comprar un “taparrabos”, que era lo único
que te tapaba tan exigua prenda como su nombre indica, en la mercería “Casa
Nuño”, que estaba a la entrada de la calle Real, en las proximidades del
Azoguejo.
Más héteme aquí
que llegó un gobernador civil que tras haber hablado con el Sr. Obispo de la
diócesis, quedó enterado de la circunstancia, y poco tardó en dictar una orden
prohibiendo el baño en el río desnudos, con la advertencia de que iba a poner
una vigilancia especial por parte de la guardia gubernamental, a la que por
entonces llamábamos “los grises”, en aquella zona del río.
El resultado fue
que avisados los habituales chicos y mozos
de aquella parte del río, acudimos a nuestras habituales abluciones pero
vestidos, unos con mono azul Vergara, otros con guardapolvos, un pantalón viejo
o con alguna otra prenda estrafalaria, y como los guardias tenían la orden de
que no nos podíamos desnudar porque no había casetas de vestuario, cada uno se
quitó su ropa bajo los monos o guardapolvos, y nos arrojamos al agua con esas
superficiales prendas que nos cubrían pero que dejaban nuestros colgajos al
fresco.
Fue tal el
hazmerreír y la tomadura de pelo que sufrieron aquellos guardias en
cumplimiento de la orden del gobernador, que su excelencia tuvo que retirar la
orden.
Pues aquí ahora,
la alcaldesa se ha creído que las instalaciones municipales son la piscina de
su casa, autorizando el nudismo sin aviso previo en una ciudad en la que está
prohibido, pero tal parece que no está prohibidas las manifestaciones de
nudistas, por lo que habrá que ver el Paseo de Extremadura convertido en
rocódromo de rabos y felpudos acudiendo desnudos a la piscina El Lago.
La decencia o
indecencia de las personas, no tiene nada que ver con su condición política,
con su creencia religiosa, con su partido político, la condición de decente o
indecente se adquiere, pero lo que no puede o debe hacer un cargo público es
convertir su cargo en indecente. La persona puede ser decente o indecente, pero
lo que no debe hacer es prostituir su cargo.
Estas consideraciones tan absurdas y antinaturales me han
dado pie para componer uno más de mis SONETOS GROTESCOS, dedicados a políticos
y chorizos y otras gentes del bien vivir.
EN PELOTAS A LA PISCINA
La alcaldesa en Madrid ha autorizado
bañarse en la piscina bien desnudo,
me parece este un hecho cojonudo,
indecente y muy poco bien pensado.
No creo que Carmen haya pensado
ir a El Lago luciendo su felpudo
y las tetas al aire, macanudo,
pues iba a provocar un altercado.
Permite en Malasaña la movida
de lesbianas, maricas a montón,
¿por qué no ir en pelotas por la vida?
Bañarse en el cubil luciendo el rabo
no es cuestión de que seas maricón
es cumplir con la ley al fin y al cabo.
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