ALCALDESA DE MADRID
Pues pensándolo bien
no me imagino de qué cabeza hueca municipal habrá salido la idea de erigir un
monumento en Madrid al muy insigne navegante Blas de Lezo, el “Patapalo” que,
ni es madrileño ni nada tiene que ver con el pueblo de Madrid, y ubicarlo en la
Plaza de Colón junto al más insigne navegante de todos los tiempos.
Que fue un personaje
importante en la historia de España, nadie lo duda; que consiguió derrotar a la
flota inglesa en sus batallas navales contra España, y que dio muestras de su
valentía en esas batallas hasta el punto
de perder en ellas parte de su cuerpo son hechos probados que le hacen
merecedor de cualquier homenaje que se le tribute, es obvio.
Pero, ¿a qué viene
ahora tributarle semejante homenaje en Madrid, por el Ayuntamiento de Madrid?.
Quién pensó en ello y se lo brindó a la Alcaldesa de la Villa, es probable que
le ocultara la aversión que en Cataluña existe hacia el personaje, por haber
participado en el asedio de aquella región española en dos ocasiones. ¡Anda que
ha venido a echar una mano en su intento de solucionar el contencioso que con
aquella Comunidad Autónoma mantiene el Gobierno de la Nación!. No se puede ser
más inoportuno.
El insigne Blas de
Lezo que tuvo su nacimiento en uno de los lugares más bellos de nuestra costa
cantábrica, Pasajes, provincia de Guipúzcoa, es merecedor de cualquier homenaje
que se le tribute en cualquier lugar del mundo, pero no viene a cuento que se
le tribute en Madrid y en estos momentos.
A la señora
alcaldesa de la Villa, le están metiendo goles por todas partes, gracias al
desastroso equipo de asesores que la rodean, y que en el futuro la van a hacer
pasar por haber sido el peor alcalde de la historia de Madrid, en este caso
alcaldesa que, para haber sido la
primera dama que ha ostentado tan alto honor, no ha sabido o no ha podido estar
a la altura del primer municipio de España.
Personajes
madrileños han existido a lo largo de la historia merecedores de ser destacados
por sus hechos o compromisos con la Villa, como para dedicarles el nombre de
una calle, de una plaza o erigirles un monumento semejante al que ahora se le
ha hecho a Blas de Lezo, huyendo de las connotaciones políticas o tendencias
ideológicas de cada quién, pues está más que demostrado que los políticos no se
perpetúan, pues siempre vendrá alguien de otra tendencia que venga a quitarle
el nombre de una calle o a derribarle su estatua.
Se nos dice que este
monumento ha sido sufragado por suscripción
pública: al pueblo tal vez le interese saber cuánto ha costado el monumento,
cuánto se ha recaudado por esa suscripción pública y cuánto ha tenido que salir
de los fondos públicos para llegar a cubrir el coste total.
Otra cuestión que
viene a ser motivo de crítica en estos momentos de crisis económica que estamos
sufriendo en España, de la que no estamos libres los madrileños, es el gasto
municipal que supone la colocación de placas en todos aquellos lugares de
Madrid en los que haya habido alguna muerte como consecuencia de atentados
terroristas. ¿Qué es lo que pretende la señora alcaldesa?, ¿Quiere obtener en
cuatro días de gobierno que le quedan en la alcaldía la popularidad que nunca
tuvo en los casi tres años que ha estado al frente del consistorio?. Está
realizando una serie de actos populistas, malgastando en fastos los fondos
municipales que tan necesarios son para satisfacer las muchas carencias de
servicios que los barrios periféricos necesitan y a los que no llega el
reparto, mientras se gasta en bagatelas como éstas de las placas. ¿Se va a
dedicar una placa a cada víctima?, pues hay cerca de mil.
Es una manera de
querer resucitar la memoria histórica de Zapatero pero en versión contraria.
Parece como si
quisiera emular la gestión de su antecesor en la Alcaldía, mas lo cierto es que
don Alberto hizo una obra faraónica a lo largo del Manzanares que le perpetuará
como alcalde a lo largo de la historia de Madrid, mientras que la actual
alcaldesa no ha hecho nada por Madrid que la pueda perpetuar. Mal asesorada, Se
ha limitado a estar, cobrar y dejar pasar el tiempo sin pena ni gloria
Al menos nos queda
el consuelo de que no fue elegida por el pueblo
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