(Dedicado a la Jota, en el día de El Pilar)
VIVA LA JOTA
Pues tal resulta que yo tengo a la JOTA como
la letra más española de todo el abecedario castellano, siendo la décima letra
del mismo.
Tal vez me equivoque pero yo creo que no hay
región española por muy periférica que sea en la que no se baile o se cante la
JOTA en alguno de sus pueblos. Ya no vamos a hablar de Castilla León, y no
digamos nada de Aragón donde la jota es poco menos que una canción sagrada;
hasta en Galicia se canta o baila la jota tanto como la muñeira, hay jotas en
Andalucía, mezcladas con los verdiales, en Extremadura, en Valencia, en Lérida
que, en mi equivocada opinión es la menos catalana de las provincias de aquella
región española, en la que priva esa insulsa danza que es la sardana. Total que
la JOTA es española cien por cien a lo largo y ancho de la vieja piel de toro.
Pues tal resulta (perdón por la rebuznancia de
la frase) que hay en España determinadas regiones que son tan españolas como la
misma JOTA en las que no la pronuncian con tan españolísimo nombre y la
desdibujan dándole sonido de equis o de y griega e incluso de Ch, y así tenemos
localidades tan famosas como Játiva a la que llaman Xátiva o a la mundialmente
famosa por sus turrones Jijona a la que llaman Xixona.
Pues quiérase o no, tanto Játiva como Jijona
tienen su jota, a la que a nadie se le ocurre llamarle xota. ¿Se le ocurriría a
cualquier maño, llamarle Xota o Chota o Yota a su JOTA aragonesa?. Pues esa es
la cuestión a la que queremos llegar.
Cuando un español, hablando en plata quiere
decir COJÓN, no se le ocurre decir “coxón”, coyón ni mucho menos “cochón”
vocablo francés que quiere decir, puerco, marrano, cochino, guarro, cerdo y
otros muy sabrosos nombres que se le aplican en castellano a la mejor ave
comestible que se cría en las dehesas extremeñas y salmantinas y en otras
muchas regiones belloteras, porque con razón se dice que de la mar el mero y de
la tierra el cordero y de las aves que vuelan la mejor es el cerdo.
Ahora que como consecuencia de los ataques al
erario público realizados por un tal Pujol, han surgido los vocablos de
“pujolería”, “pujolear”, “pujolero”, no confundir con pajolero, vocablo muy
castellano, porque los otros vienen a ser sustitutivos de llevárselo crudo con
cargo al pueblo, pues los enemigos de la españolísima JOTA al tal Pujol lo
llaman “Puyol”, como si fuera derivado de puya, que cualquier cristiano sabe lo
que significa.
Con independencia de todo lo anteriormente
escrito, llevo unos cuantos días viendo en la insufrible televisión esa que
tenemos, películas ya olvidadas de aquel magnífico personaje llamado Paco
Martínez Soria, todas ellas amén de graciosas con un grado supino de
sentimentalismo; y me ha venido a las mientes una película de cuyo título no me
acuerdo pero que en esencia trataba de un grupo folclórico de diversas regiones
que fueron a participar representando a
España en una especie de festival folclórico en algún país del otro lado del
charco, en el que se habían refugiado una serie de exiliados de aquella ominosa
guerra. Y recuerdo un personaje que iba dispuesto a patear y silbar a todo lo
que representaba España, pero cuando salió un recio hijo de Aragón cantando una
JOTA, aquel personaje enarbolando un grueso garrote se puso de pie en su butaca
del teatro y gritó: “a callar “to” el mundo que están cantando una JOTA, y al
que rechiste lo acogoto”, al tiempo que se le saltaban las lágrimas por la
emoción.
Todo este episodio está muy lejos en mi
memoria pero más o menos se desarrollaba como lo cuento. Seguro estoy de que
alguien con más conocimiento que yo y mejor memoria que la mía, podrá
enmendarme la plana, pero lo que no podemos permitir es que a la españolísima
JOTA, le llamen de cualquier manera. Cuando se escucha una JOTA, se ponen los
pelos de punta, aunque se esté en Barcelona.
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