sábado, 11 de octubre de 2014

VIVA LA JOTA



(Dedicado a la Jota, en el día de El Pilar)

                                                VIVA LA JOTA

 Pues tal resulta que yo tengo a la JOTA como la letra más española de todo el abecedario castellano, siendo la décima letra del mismo.
 Tal vez me equivoque pero yo creo que no hay región española por muy periférica que sea en la que no se baile o se cante la JOTA en alguno de sus pueblos. Ya no vamos a hablar de Castilla León, y no digamos nada de Aragón donde la jota es poco menos que una canción sagrada; hasta en Galicia se canta o baila la jota tanto como la muñeira, hay jotas en Andalucía, mezcladas con los verdiales, en Extremadura, en Valencia, en Lérida que, en mi equivocada opinión es la menos catalana de las provincias de aquella región española, en la que priva esa insulsa danza que es la sardana. Total que la JOTA es española cien por cien a lo largo y ancho de la vieja piel de toro.
 Pues tal resulta (perdón por la rebuznancia de la frase) que hay en España determinadas regiones que son tan españolas como la misma JOTA en las que no la pronuncian con tan españolísimo nombre y la desdibujan dándole sonido de equis o de y griega e incluso de Ch, y así tenemos localidades tan famosas como Játiva a la que llaman Xátiva o a la mundialmente famosa por sus turrones Jijona a la que llaman Xixona.
 Pues quiérase o no, tanto Játiva como Jijona tienen su jota, a la que a nadie se le ocurre llamarle xota. ¿Se le ocurriría a cualquier maño, llamarle Xota o Chota o Yota a su JOTA aragonesa?. Pues esa es la cuestión a la que queremos llegar.
 Cuando un español, hablando en plata quiere decir COJÓN, no se le ocurre decir “coxón”, coyón ni mucho menos “cochón” vocablo francés que quiere decir, puerco, marrano, cochino, guarro, cerdo y otros muy sabrosos nombres que se le aplican en castellano a la mejor ave comestible que se cría en las dehesas extremeñas y salmantinas y en otras muchas regiones belloteras, porque con razón se dice que de la mar el mero y de la tierra el cordero y de las aves que vuelan la mejor es el cerdo.
 Ahora que como consecuencia de los ataques al erario público realizados por un tal Pujol, han surgido los vocablos de “pujolería”, “pujolear”, “pujolero”, no confundir con pajolero, vocablo muy castellano, porque los otros vienen a ser sustitutivos de llevárselo crudo con cargo al pueblo, pues los enemigos de la españolísima JOTA al tal Pujol lo llaman “Puyol”, como si fuera derivado de puya, que cualquier cristiano sabe lo que significa.
 Con independencia de todo lo anteriormente escrito, llevo unos cuantos días viendo en la insufrible televisión esa que tenemos, películas ya olvidadas de aquel magnífico personaje llamado Paco Martínez Soria, todas ellas amén de graciosas con un grado supino de sentimentalismo; y me ha venido a las mientes una película de cuyo título no me acuerdo pero que en esencia trataba de un grupo folclórico de diversas regiones  que fueron a participar representando a España en una especie de festival folclórico en algún país del otro lado del charco, en el que se habían refugiado una serie de exiliados de aquella ominosa guerra. Y recuerdo un personaje que iba dispuesto a patear y silbar a todo lo que representaba España, pero cuando salió un recio hijo de Aragón cantando una JOTA, aquel personaje enarbolando un grueso garrote se puso de pie en su butaca del teatro y gritó: “a callar “to” el mundo que están cantando una JOTA, y al que rechiste lo acogoto”, al tiempo que se le saltaban las lágrimas por la emoción.
 Todo este episodio está muy lejos en mi memoria pero más o menos se desarrollaba como lo cuento. Seguro estoy de que alguien con más conocimiento que yo y mejor memoria que la mía, podrá enmendarme la plana, pero lo que no podemos permitir es que a la españolísima JOTA, le llamen de cualquier manera. Cuando se escucha una JOTA, se ponen los pelos de punta, aunque se esté en Barcelona.


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