LA VIRGEN Y EL 8-M
Revueltas deben andar las cosas por el Cielo
cuando de allí nos mandan emisarios que quieren implicar a la Madre de Dios en
esas algaradas feministas promovidas por las izquierdas más radicales.
Soy
de opinión y no me duelen prendas al decirlo que la mujer es el ser más sublime
que sobre la Tierra existe: la madre, la novia, la esposa, la hermana, ¿quién
puede haber tan miserable que no anteponga su devoción, su cariño, y su defensa
ante el mundo, de cualquiera de ellas?.
Por
eso creo que no hace falta organizar algaradas callejeras un día al año, cuando
todos los días del año debemos estar sublimando a la mujer y defendiendo sus
más elementales derechos ante la sociedad en la que vivimos.
Ahora bien, que todo un Sr. Arzobispo haya
querido mezclar en esas algaradas callejeras, con sus manifestaciones a la
Virgen María, puede ser considerado, cuando menos, como una incongruencia o tal
vez, yendo más allá, una irreverencia en el pensamiento de tantos creyentes en
la fe de Cristo.
Con
todos los respetos hacia tan alta dignidad de la Iglesia, no ha estado muy
afortunado en sus manifestaciones: “La Virgen también lo haría”; no se puede
bajar a Dios de los cielos, por mucho que se le ocurra a un purpurado. Dios, La
Virgen y Cristo están muy por encima de las cosas terrenales que ocurren en el
mundo.
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