. LOS CIEN
AÑOS DE UN MITO
El viernes día 9 de diciembre de este año
2016, un mito del celuloide cumplía 100 años.
el
gran KIRK DOUGLAS.
Para los que nacimos en aquellas primeras
décadas del pasado siglo XX, tras sufrir las desastrosas consecuencia de una
guerra civil y a continuación de la misma, las de la II guerra mundial, no
existían muchas distracciones en las que poder refugiarte o sumergirte para
olvidar siquiera por unos momentos por unas horas, las penurias de todo tipo
que aquellos desastres bélicos habían dejado su huella en nosotros, así que una
de nuestras pocas distracciones radicaba en el cine, siempre que contaras con
las 5 pesetuelas que costaba una butaca de anfiteatro, porque si no tenías que
subirte al gallinero por una peseta, donde olía a tropa.
Yo había nacido en 1930, la generación
maldita, a la que nos `pilló de todo, tengo pues 14 años menos que el gran
Kirk, quiere esto decir que cuando ya tenía la edad de un mozalbete Kirk
Douglas ya estaba triunfando en el mundo de la escena.
Tengo en mi desordenada filmoteca alrededor de
2.000 películas de las que más de 500 son del “Oeste” americano, y que cuando
yo muera irán a parar al camión de la basura.
Una de las primeras películas que presencié de
Kirk Douglas fue El Ídolo de Barro producida allá por el año 1949 y que, como
no, dejó un gran impacto por la genial interpretación que Douglas hizo de un
boxeador caído, besando la lona, y ya, desde los años 50 hasta 1970 no dejó de
hacer películas inmejorables, hubo años como en 1963 en el que hizo tres o más.
Entre las películas del “Oeste” género que
cultivó codeándose con los más grandes de la época, como su amigo Burt
Lancaster, Richard Widmark, Jhon Wayne, Rock Hudson, Antony Quinn, Gregory
Peck, Glenn Ford, Alan Laad, Gary Cooper, James Stewart, y otros muchos
imborrables en la memoria de los aficionados al cine de aquella época, hay
auténticas obras de arte cinematográfico que no olvidaremos y, si se fijan en un
detalle, cada uno de los citados llevaba el sombrero de una manera peculiar que
les distinguía de los demás.
El viernes día 9 de diciembre, como homenaje a
su persona, una de las cadenas de televisión nos deleitó con una de sus
películas “El último atardecer”. Película en la que aparte de las escenas
propias y muy comunes en los films del Oeste, no falta la conducción de ganado,
los cuatreros y la rapidez en el manejo del revólver, y entre todo ello se
encierra un drama, el de una niña que se enamora de su padre, haciendo vivir
unas candorosas escenas llenas de amor y poesía en sus diálogos, en el ambiente
soñador de una niña que, sin saber que el hombre al que ama es su padre, y sin
que el propio padre sepa tampoco que es su hija, va obviando cualquier trato
escabroso en esa relación, para dejar paso a lo poético y sentimental
Personalmente y aparte de esa gran
superproducción de magnífica interpretación de los grandes actores del momento
en ella, que es Espartaco, una de mis preferidas es “El último tren de Gun
Hill” de 1959, en el que se enfrentan los sentimientos de amistad, con los de
paternidad, en el que se enfrentan dos amigos de muchos años, por culpa de un
hijo calavera y mal criado, que asesina a la esposa de uno de ellos, que era
india, y hace que los dos amigos, se enfrenten en un duelo a muerte.
Aquel fue el “Siglo de Oro” del cine; hoy
algunos de los mal llamados buenos directores, sólo producen folletines basados
en la historia falseada de hechos que no llegan a tener ningún éxito de taquilla,
y que disfrutan de grandes subvenciones, de las que no disfruta ningún escritor
del momento.
Aprovecho para dedicar mi más sincera
felicitación de cumpleaños a ese monstruo del cine que se llama KIRK DOUGLAS,
aunque no creo que le llegue.
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