sábado, 3 de septiembre de 2016

LOS CULOS DEL CUCHÉ



                                          LOS CULOS DEL CUCHÉ

 Estamos de vacaciones, en el punto álgido del verano. En esta época del año en la que te sobran todas las horas del día y no sabes en qué emplear el tiempo, y como además resulta que cuando compras el periódico te meten dentro alguna de esas revistas y revistillas, mal llamadas del corazón porque yo las llamaría de los culos al aire, salen fotografiadas las nalgas de muchas de esas famosillas, porque las auténticamente famosas no lucen sus traseros en público.
 Y entre esas famosillas hay locutoras radiofónicas, presentadoras televisivas de los muchos programas cutres de la TV, alguna periodistilla, y en fin algunas otras que no se han hecho famosas por sus méritos artísticos o por sus rostros, y se prestan a ser retratadas semi en cueros mostrando las partes más impúdicas de sus cuerpos, a la par que las más bonitas y deseables por el sexo varonil, sus pechos, sus muslos ebúrneos y sobre todo sus culos, con lo que pasan a ser famosas, como si en el resto del mundo no existieran culos más bonitos que los suyos.
 Hubo momentos en tiempos pasados en los que mencionar el culo era una grosería, y alguien vino a decir aquella cursilería de que el culo es donde la espalda pierde su casto nombre. Lo cierto es que los poetas de antaño en que todos cantaron la belleza de la mujer dedicando extensos poemas a su frente, su bella cabellera negra o color de oro, sus provocadores labios carmesí, las perlas nítidas de sus dientes, sus manos ardorosas, las turgentes curvas de sus pechos, pero no he leído, y tengo en mi biblioteca más de doscientos libros de poesía, ningún poema dedicado al culo.
 Y me viene a las mientes aquel chascarrillo del papá que iba paseando con su niño de unos seis años, y al pasar a su lado una hermosa hembra con el cadencioso contoneo de sus nalgas, el hombre exclamó: ¡Vaya culo!. El niño extrañado le preguntó: ¿qué has dicho papá?, a lo que él respondió: he dicho vaya búho. El niño siguió preguntando: ¿y qué es un búho, papá?. Pues el búho es un ave rapaz nocturna que caza ratoncillos por la noche. El niño insiste: ¿y hay búhas?. Si hijo también hay búhas. ¿Y las búhas también cazan ratones por la noche?. Si hijo, sí. El niño recalcitrante: ¿Y las búhas tienen buhitos. El papá harto de preguntas le suelta: He dicho culo, culo, ¿vale niño?.
 Las feministas, esas enemigas del hombre que protestan por todo, no dicen nada en contra de esas publicaciones en las que se pone de relieve la belleza de la mujer desnuda a la que el hombre explota haciéndola ser objeto de deseo, aunque la culpa no es del varón sino de ellas mismas que se prestan orgullosas para que las hagan esas fotografías en las que el hombre se fija más en las nalgas y no reparan en los rostros.
 No quisiera ser grosero, pero ¿se imaginan a esos hermosos glúteos sentados en la taza de un retrete, con el rostro congestionado por el esfuerzo hasta que sale? ¡Qué imperdonable grosería!; aunque es una palpable necesidad fisiológica hasta en la más hermosa de las mujeres, de las que solamente resaltamos su belleza externa. De cualquier forma la mujer es el más bello de los seres que la Naturaleza puso sobre la tierra.
 Dicen que Dios creó el mundo en seis días, y el séptimo creó al hombre y descansó;        
 Después creó a la mujer y ya no descansó ni el hombre ni Dios.
 Tras esta exposición, me ha dado por dedicarle uno de mis sonetos grotescos a los culos del cuché.



A LOS CULOS DEL CUCHÉ

 Me pregunta una titi del cuché
si he visto el culo suyo retratado,
pardiéz en qué apuro me ha pillado,
pues no miré su cara y no lo sé.

 Si ves un culo hermoso bien cuidado,
tan orondo y turgente, mire usté,
no le miras la cara, para qué,
te fijas en lo que es más deseado

 En los miles de millones de mujeres,
¿cuántos culos bonitos puede haber
más hermosos que todos esos seres

que están en las revistas del cuché?,
eso es todo cuestión de pareceres,
pues, de culos bonitos, hábleme.








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