UN
HECHO ATROZ
En general no me
gusta escribir sobre temas o asuntos de los que todo el mundo escribe y se
llenan páginas y páginas de periódicos y otros medios, porque parece que
aprovecha uno el oportunismo de la noticia, o que no tiene imaginación para escribir
sobre otra cosa.
Pero en esta
ocasión ante la barbaridad de ese acto terrorista cometido por esos fanáticos
yihadistas en aras de su religión, no puede uno permanecer callado, es más,
deberían alzarse con las más enérgicas protestas y rechazo ante el salvajismo el clamor de todas las gargantas unidas del
universo entero.
Ante ese acto
vandálico cometido en París que ha venido a causar la muerte de 139 inocentes
que nada tienen que ver con el fanatismo de esos bárbaros que no se merecen
haber nacido, el mundo civilizado tiene que reaccionar de la manera más
enérgica.
Pero ¿de qué
forma?. Habrá muchos que piensen, asesinando a los asesinos, y entonces nos
convertiríamos en gente de la misma calaña que ellos.
¿Y qué hacer?.
¿Cómo reaccionar ante el terrorismo?. No sólo para castigar, que es preciso,
porque ningún crimen debe quedar impune, sino para erradicar semejante lacra y
que no vuelvan a producirse actos como ese. Los más violentos pensarán,
arrasando a su pueblo entero pero, ¿Cuántas gentes de su pueblo son pacíficas y
no tienen culpa alguna de que entre ellos convivan los exaltado asesinos?.
Pero, contra las
alimañas no hay más que una solución, aplastarles la cabeza por muy bárbaro que
sea hacerlo. La doctrina del Corán es muy explícita: “cuando encuentres al
infiel, mátalo y haz con él una carnicería” ¿Hay que responder igual?
Hoy cabe
preguntarse: ¿con tantos miles de millones como se gastan los países del mundo,
en muchos casos en cosas inútiles, no podrían dedicar alguna partida de sus
presupuestos en la creación a nivel mundial, de un cuerpo especial destinado a
investigar, sitio por sitio, lugar por lugar, dónde se encuentra el terrorismo,
sea del origen que sea, y prevenir ataques como el ocurrido en París, o el de
las Torres de Nueva York, o el de los trenes de Atocha en Madrid?. ¿Cómo se
puede dar el caso de que tres de esos terroristas hayan sido identificados como
habitantes en España y que el Ministerio del Interior no tuviera ni la más
remota idea de ello?
Todos esos
crímenes, todas esas muertes ocurrieron, y sus autores, los auténticos autores
han quedado impunes.
Hoy los periódicos
en sus portadas hablan de guerra, ES LA GUERRA. Los grandes periodistas o al
menos los más conocidos, y otros personajes del mundo literario y lingüístico
publican sus escritos, sus artículos, sus opiniones, para lucirse ante sus
lectores, pero ni ellos ni los más publicitados políticos del momento, ofrecen
o proponen soluciones de una persecución con éxito. Lo que escribimos los
mediocres aunque digamos lo mismo, no se tiene en consideración, la diferencia
estriba en que aquéllos tienen mayor audiencia, mayor número de lectores,
aunque no siempre sean sus opiniones las mejores. Palabras, palabras, palabras,
de los Rajoy, los Sánchez, los Rivera y no quiero citar a los Iglesias a pesar
de su apellido, porque no hacen más que hablar, hablar sin sentido y sin
ofrecer soluciones. Alerta 4 en España, dice el ministro de Interior cuando
habría que sacar los tanques a la calle.
Han pasado setenta
años desde aquella bárbara solución que terminó con la segunda guerra mundial
en Hiroshima y Nagasaki, murieron 262.000 inocentes. Hoy el mundo está más
civilizado, a nadie se le ocurriría soltar una bomba atómica sobre ningún
pueblo del mundo, sería algo tan atroz como el propio terrorismo, pero tal vez
sería lo más eficaz. O los destruimos o nos destruyen
Aquello fue una
barbaridad pero, al menos hace 70 años, aquella barbaridad terminó con una guerra, ¿cuántos más muertos
hubiera habido si no se hace?
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