LA CELESTINA
Ciertamente no sé
porqué se me ha ocurrido darle semejante nombre a este artículo que nada tiene
que ver con los amores y desamores de Calixto y Melibea y mucho menos con la
vida, tan lejana en la Historia, de su autor Don Fernando de Rojas.
Me he basado para
ello en el oficio de correveidile que ejercía Celestina entre la pareja de
enamorados que susurraba en los oídos de la amante las lindezas y los peligros
de los que siempre se hallaban rodeados los amores prohibidos de la época y los
recaditos amorosos que ella le enviaba a su amado que con frecuencia eran los
que la propia Celestina se inventaba para tenerles a ambos encelados. Qué
bonito oficio pero qué ruin.
Pues bien
traspolado (horroroso vocablo que no sé quién se haya podido sacar de la manga
para desprestigio de nuestra bella lengua castellana y que con frecuencia oigo
que es utilizado por políticos y otras gentes en algunos medios de
comunicación) trasladado, quiero decir, aquel oficio a los espacios políticos
que nuestra España está viviendo en los momentos actuales, lo que antaño hacía
La Celestina hogaño lo está ejerciendo un pipiolo de la política con escaso
conocimiento de mundología, que se llama Alberto Rivera al que han elegido los
colmillos retorcidos que, entre bambalinas, están manejando al PSOE, para que
ejerza de Celestina entre el PP y Pedro Sánchez ante la irracional cerrazón
política de éste último.
El resultado ha
sido el que se auguraba y por todo el mundo conocido.
Y me viene a las
mientes la ingeniosa obra de Miguel Mihura “Tres
sombreros de copa”, con la particularidad de que en este juego, entraban un
sombrero de copa y dos gorrillas y, en consecuencia, no podían ponerse de
acuerdo, porque el único pacto que pretendían hacer era el de quítate tú, que me pongo yo, y la pomposa
vanidad de quiénes se atribuían la renovación y el progreso no era más que
derogar, que significa destruir, todo lo anterior, bueno o malo, porque lo
había hecho la derecha, habiendo sido la más votada, para innovar, no renovar,
nuevas formas de gobierno que no fueron aceptadas por los componentes de la
Cámara, excepto por los autores de la componenda y un despistado o despistada
que vive allende el Océano.
Salta a la vista
que la labor de “celestineo” que le había sido encargada al Sr. Rivera, no valía
para nada ante quién tiene una gran experiencia y muy fuertes convicciones de
que su forma de gobierno, con su fallos o permisividades es la mejor que hasta ahora hemos vivido al
haber sido refrendada por una gran mayoría de votantes y no cabe pensar que esa
mayoría estuviera toda equivocada.
La vanidad
obsesiva del Sr. Sánchez de haber sido elegido por el Jefe del Estado, S.M. El
Rey, para ser investido presidente de Gobierno a sabiendas de que con el número
de diputados de su Partido no podría serlo nunca, no ha pasado de ser un
“bluff” provocado por su propia egolatría. No supo darse cuenta de que no es lo
mismo ser elegido por un grupo de amiguetes de su Partido, que por todo un
pueblo, que lo único que quiere es vivir en paz y prosperidad, sin rencores ni
rencillas, sin tratar de resucitar un triste pasado que formó parte de nuestra
historia y que la gran parte de los votantes que lo vivieron lo tienen olvidado
y otra gran parte no lo han vivido.
Esas burdas
pretensiones de resucitar aquel pasado, viene a traer como consecuencia el que
haya algunos derrotistas que saquen a relucir lo de la cal viva y cosas peores
que hoy se están viviendo en el Congreso sin que su presidente haya sabido
manejarlo, porque no es lo mismo que presidir una Comunidad de Vecinos, y está
permitiendo payasadas en el circo. Se pregunta P.Sánchez de dónde ha sacado
Iglesias el odio y el rencor. Habría que preguntarle: ¿de dónde lo has sacado
tú?.
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