EXPRESIDENTES DE LA CAM

                                     LOS EXPRESIDENTES DE LA C.A.M.

 Al hablar de la C.A.M. no quiero referirme a la Comunidad Autónoma de Murcia, aunque también podría, me refiero a lo que ocurre en la Comunidad Autónoma de Madrid en la que habito, moro o vivo.

 Pues tal resulta que recién nombrada presidenta de esta Comunidad la ínclita doña Cristina Cifuentes con el apoyo de C.S. se ha reunido con los cuatro presidentes anteriores de esta Comunidad a saber, don Joaquín Leguina (PSOE), don Alberto Ruiz Gallaradón (P.P.) doña Esperanza Aguirre (P.P.) y don Ignacio González (P.P.) y enseguida se han puesto todos de acuerdo para crear el Consejo Consultivo de la Comunidad en virtud del cuál, cada uno de esos cuatro personajes van a percibir de las arcas del Tesoro la nada despreciable cifra de 8.500 euros mensuales por su pertenencia a dicho Organismo. Eso sí, hagan lo que hagan que a lo mejor no tienen que hacer nada para empeorar más las cosas.

 Pero aquí no protesta nadie, ni los pensionistas, ni los obreros, ni los Sindicatos, ni los parados, ni los “okupas”, ni los de la coleta, ni los desarrapados, todos los cuáles se tienen que aguantar con los exiguos emolumentos que cobran. Ahora sólo falta que la nueva alcaldesa madrileña señora Carmena venga a crear también su propio Consejo Consultivo para remunerar a los ex-alcaldes de Madrid, que todo se andará. Dándose la paradoja que el Sr. Gallardón podría cobrar de ambos Consejos sin aconsejar nada.

 Esto me ha dado pie para componer un nuevo SONETO GROESCO dedicado al tema.

EX PRESIDENTES DE LA C.A.M.

 Se han juntado los cuatro presidentes

que lo fueron de esta Comunidad,

y se han puesto de acuerdo de verdad

para trincar las pasta de las gentes.

 No podemos tacharles de indecentes

por cobrar una enorme cantidad,

pues no llegan con mucho en igualdad

a percibir lo que otros dirigentes.

 Pasarán al Consejo Consultivo

con un sueldo algo más que millonario,

mientras son congeladas las pensiones.

 El honor de quién manda está cautivo,

mientras los fondos salen del erario

para pagar a un hato de trincones.