LA LEY DE TRANSPARENCIA II
Anda que, por si
éramos pocos la abuelita se puso de parto, y ha venido a echar su cuarto a
espadas un personaje nada común que ostenta un cargo nada común, ni más ni
menos que el de Presidente del Congreso de los Diputados, ¡ándale ya!, que
acaba de sublimarse con una frase de libro: “La cuestión no es bajar el sueldo a los secretarios de Estado, sino
subírselo a los ministros”. Y se ha quedado más ancho que el buey cuando
echa una “cagá”.
Si su forma de
pensar lo reflejan semejantes palabras, acaba de echar el escupitajo más gordo
a la cara del pueblo, del pueblo pobre que sufre las bajas pensiones y los
ominosos sueldos que ni siquiera llegan a “mileuristas” Si es cierto lo que ha
dicho, el personaje debe de ser cesado de inmediato en su alto cargo o exigir
su inmediata dimisión por parte del pueblo entero, pues no hay cabeza pensante
a la que se le ocurra decir semejante insensatez.
Dicha frase es
infinitamente más grave que la del Consejero de Sanidad que fue cesado de
inmediato. Más grave que la de la ministra de Sanidad que también ha sido
cesada. ¿A qué espera el pueblo entero para exigir su cese inmediato?. ¿Es que
tan preclara inteligencia tiene patente de corso para insultar al pueblo?,
porque semejante frase no es más que eso, un insulto más al sufrido pueblo que
con pensiones bajo mínimos les está pagando el sueldo a él, a todos los
ministros, a todos los secretarios de Estado, a los directores generales, a los
secretarios de los directores, a los políticos en general y a sus señoritas de
compañía, a algunas de las cuáles les pagan con las tarjetas opacas de Bankia a
altas horas de la madrugada, aunque no estén en el gobierno; estamos
descubriendo tanta mierda entre los políticos que ya empezamos a oler mal hasta
la gente honrada.
Si Jesús de Nazaret,
ahora que está próxima la fecha de su nacimiento, se entera de lo que ha dicho,
es probable que abomine de su nombre y que le den posada, porque pesebre ya
tiene.
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