jueves, 5 de septiembre de 2019

EL CHARCO


EL CHARCO







A UN GORRIÓN QUE VOLÓ A BEBER AGUA EN EL CHARCO



Llegó un gorrioncillo al charco

desde lo alto de su rama,

                                                            sediento estaba de amores,

más que sediento de agua.

Metió el pico cuatro veces

en el charco de agua clara,

su sed sació en cuatro gotas;

sació su sed con el agua;

y despegando del suelo

y desplegando sus alas,

en un corto y leve vuelo

volvió de nuevo a su rama.

Yo noté, cómo, a la espera

una pajarilla estaba

y dándose ambos el pico

bajaron a beber agua.

Y juntando sus cabezas,

en los dinteles del alba,

se contaban sus amores,

bebían y se miraban.

Bebieron cuatro gotitas

en el charco de agua clara;

después se fueron volando

y no volví a saber nada.



























A UNA PALOMA QUE BAJÓ A BEBER AGUA EN EL CHARCO



Llegó luego una paloma

a beber agua en el charco,

y no supo mi persona

si era hembra o era macho.

Paloma, ¿de dónde vienes?

le pregunté preocupado;

¿de dónde vienes, paloma

a beber agua a este charco?.

Pues no vengo de muy lejos,

me, dijo, vivo aquí al lado,

en un palomar muy viejo,

que hay bajo aquel tejado;

pero allí no tengo amores,

ni agua tengo en otro lado;

sólo tengo sinsabores

desde que se fue mi amado.

Por eso, cada mañana,

vuelo desde mi tejado

a refrescar mi garganta

con el agua de este charco.



































A UN PERRO QUE LLEGÓ A BEBER AGUA EN EL CHARCO



Después vino al charco un perro,

pelo ralo, amarillento

color de paja mojada;

al charco llegó sediento

y con hambres atrasadas,

husmeando en una bolsa

que alguien dejo allí tirada.

¿Tú de dónde vienes, perro,

a beber agua a este charco?.

Vengo, señor, de muy lejos;

es mucho el camino andado.

Se fueron de vacaciones

apenas llegó el verano

y yo me quedé en la puerta

como un perro abandonado.

Le di un mendrugo de pan

y vino a lamer mi mano;

le hice luego una caricia

y noté, como, a sus ojos

llegaba la flor del llanto.

¿Te quieres venir conmigo?,

Le pregunté emocionado,

y cuando eché a caminar,

se puso junto a mi lado.

Yo también estoy muy solo,

eso pasa con los años,

pero no quisiera verme

como un perro abandonado.













A UN HOMBRE QUE LLEGÓ Y ROMPIÓ EL CHARCO



La luna se asomó al charco

con su cara plateada,

dibujando una sonrisa

de mocita enamorada:

y vi al gorrión en el árbol

acurrucado en su rama;

y también a la paloma

en su alero cobijada;

y vi al perro que, contento,

su gran cola meneaba;

y hasta, soñando despierto,

soñé loco con mi amada.

Después llegó como el viento,

en un caballo infernal

con las pezuñas de acero,

el hombre que, violento,

despedazó en un momento

aquel charco de cristal;

y al gorrión, y a la paloma

y al perro que, descontento,

dejó de mover la cola.

Y hasta mató la sonrisa

de la luna, con su carro,

y las aguas cristalinas

se convirtieron en barro,

haciendo añicos los sueños,

matando las ilusiones

que nacieron en al charco.

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