LOS ALCALDES
EN BRUSELAS
Se han ido a Bruselas unos cuantos
alcaldes de la región catalana para arropar al prófugo Puigdemont en un mitin
que éste ha dado en un local alquilado ya que los Organismos Públicos de aquel
país le han negado la utilización de los espacios comunitarios, y como una
panda de paletos han fletado un avión al que se han subido con sus fajas y
estacas o palos de mando que enarbolan con actitud airada dispuestos a dar
garrotazos a quienes no piensen como ellos.
La
región catalana cuenta con 947 municipios, 311 en Barcelona, 221 en Gerona, 184
en Tarragona y 231 en Lérida, la menos catalana de las provincias. Pues de esos
947 alcaldes que tiene la región tan sólo 200 han tenido plaza en ese avión que
dicen que han fletado pagándolo de sus bolsillos pero con dinero público porque
en sus bolsillos entran los sueldos, dietas y otra prebendas que les pagamos
entre todos los españoles, el resto de los alcaldes que no se manifiestan
forman parte de esa mayoría silenciosa que quieren ser españoles.
Por
los derroteros que van tomando las cosas, aparentemente la aplicación
descafeinada del artículo 155 de la Constitución, no va a servir de nada,
porque esa minoría, que sale a las calles en tumulto, dando gritos, atacando a
las fuerzas de orden público, parece que van a ganar esas elecciones, y
entonces sí que el Gobierno no podrá
hacer nada para parar
ese separatismo, y la posible proclamación
de una República, como anticipaba en mi anterior artículo “Ingenuidad de un
Gobierno”. No soy “gurú” pero cuando hay nubarrones llueve. Y esos incultos y
caciquiles alcaldes catalanes, ignoran que las leyes prohíben que las varas de mando sean
enarboladas y sacadas del municipio al que corresponden. A ver si se aprenden
la Ley y la cumplen.
Y
amparándome en esa paletada, digo palotada, de los alcalde con palos en
Bruselas les he dedicado uno de mis SONETOS GROTESCOS
ALCALDADA EN BRUSELAS
Unos pocos alcaldes catalanes
han cogido sus palos de mandar
y se han ido a Bruselas a arropar
a Puidemón y cuatro ganapanes.
Portaban sus bastones, cual gañanes
que fueran a las vacas a arrear,
pues no tenían permiso para entrar,
en centros oficiales los patanes.
Entre todos fletaron un “vión”
que raudo les llevó a Países Bajos
donde estaba escondido el Puidemón.
Y
allí los esperaba el muy simplón
para dar un discurso a los muy majos
que a los belgas importa ni un cojón.
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