Madrid es una de las capitales europeas y tal vez del mundo que más vegetación arbórea y espacios verdes y ajardinados tiene, esa circunstancia es la que me ha hecho dedicarle un soneto a unos de esos gigantes arbóreos frente al que me siento cada día en el Paseo de Extremadura, junto a la calle de Guadarrama (como no podía ser menos, nombre de la Sierra Segoviana), para degustar una copa de vino fresco de Verdejo de Nieva (Segovia)
A UN ÁRBOL DE
CIUDAD
Paseo de
Extremadura, donde habito,
un árbol de ciudad
en plena calle,
no se pierdan
ustedes el detalle,
porque es árbol
grande, no arbolito.
Entre casas de
adobe o de granito
ha crecido como un
árbol del valle
y si alguien me lo
niega que se calle,
es un árbol feliz
y muy bonito.
Hay pájaros que
anidan en sus ramas,
deleitan a las
gentes con su trino
mientras duermen
tranquilas en sus camas.
Le miro con
bucólica alegría,
mientras tomo una
copa de buen vino,
en el bar que hay
enfrente, cada día.
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